¡Pobre Jeremías! Un hombre hecho pedazos durante su vida. Aquí lo vemos llorando hacia Dios pidiendo que su vida fuera diferente a su suerte, pero aún sabe que es su deber seguir con su destino. Además, en el Evangelio, también Jesús siente el dolor al vivir Su Destino. Y, como nosotros, Pedro grita a voz viva, “¡NO!” ¡No le gusta el dolor ni para él ni para Cristo! (Ni a mí tampoco, ¡detesto al dolor! Y apuesto que a ustedes tampoco les gusta). Pero Jesús es firme. Hay un dolor que no se puede evitar mientras que uno vive. Y, si uno quiere vivir una vida amable y gentil, ese dolor puede ser brutal. Es por eso que San Pablo nos pide a que vivamos “un sacrificio” para Dios. Lo que debemos ver es que estos hombres, Jeremías, San Pablo, Jesús– todos quienes han elegido en vivir amable y gentilmente en la tierra– haciendo el bien, sin regresar mal por mal, sino absorberlo y transformarlo a algo más amable y pacífico– estos hombres no son masoquistas, quienes aman al dolor, al sacrificio y la agonía. Ellos solamente señalan que cada vida tiene su precio. El precio de una vida simpática y amables parece ser bastante alto al verlo de afuera hacia adentro, pero al final será la mejor opción. El precio de tener una vida vacía y superficial es verdaderamente la tragedia. Por tanto, este fin de semana se nos pide a que veamos nuestras vidas y que hagamos decisiones. Que Dios los bendiga.
viernes, 29 de agosto de 2008
viernes, 22 de agosto de 2008
Domingo, 24 de agosto de 2008
No hace mucho que tuvimos el evangelio donde Jesús pregunta, “¿Quién dice la gente que soy?” Y vimos que era una declaración sobre quién es Cristo en comparación al concepto que tenían otras religiones sobre la divinidad. Pero, este fin de semana se nos pide que lo veamos bajo otra perspectiva: desde la Iglesia y a de los creyentes en Cristo. Así como Eliaquín, “el Maestro del Palacio,” llevaba consigo llaves de ceremonia, símbolos de llaves de “todas partes” del palacio del Rey de Israel, todos sus secretos de armarios, de rincones y de pasajes; de tal manera la Iglesia ha sido confiada con las “llaves” de los misterios de Dios, Cuyos modos son profundos, indescifrables e inalcanzables. Pronto en este años, creo (si no me equivoco), tendremos esta lectura nuevamente a finales de octubre, cuando los Protestantes celebran el “Domingo de Reformación,” y leeremos este Evangelio y meditaremos sobre el papel de “Pedro,” y el orden de la Iglesia. El día de hoy, sin embargo, caminemos por los salones del palacio del Rey de Reyes. ¿Sienten que tienen muchas llaves para los pasajes y armarios de la Gracia? Y sí las tienen, en verdad las tienen. Eso es lo que significa estar en la Gracia de Dios. Que Dios los bendiga.
viernes, 15 de agosto de 2008
Domingo, 17 de agosto de 2008
El universalismo irritante de Dios es el tema de las tres lecturas. Por una parte nos gusta un Dios que nos ama a todos. Por otra parte, nos gusta un Dios que hace justicia con quienes no siguen sus enseñanzas; y en realidad nos gustaría que haga un raya para distinguir los buenos (nosotros) de los malos (ellos). Isaías trastorna este deseo y nos deja saber que Dios es el Señor de todo, y encuentra la manera para darles la bienvenida a todos. Pablo dice algo sobre esto: ustedes los “gentiles” no son mejores que los judíos con quienes no se la están llevado, ni ellos son “mejores” que ustedes; entonces, ¡sean amables! Y el Evangelio es la vida de Jesús misma que lucha con el universalismo que Él ordena– ya sea para crear más suspenso y enseñarles a Sus discípulos más profundamente, como los primeros santos habían pensando, o si Él mismo tenían que crecer también, como lo sienten los comentadores modernos. De una u otra forma, Dios es más grande de lo que queremos que él sea, y su amor es mucho más amplio de lo que esperamos. (¡Estas lecturas deberían de ser las “lecturas” de todas las ordenaciones episcopales y sacerdotales, y de todas las profesiones religiosas solemnes! Si quienes son líderes no recuerdan esta verdad, y no tratan de ser parte de ella, ¿cómo lo haríamos los demás?)
sábado, 9 de agosto de 2008
Domingo, 10 de agosto de 2008
En la primera lectura vemos que Elías tiene un encuentro con Dios. Él vive un fenómeno meteorológico espectacular, pero no encuentra a Dios en ellos. Es tan fácil el estar maravillados por lo espectacular y dar por hecho lo ordinario. Sin embargo, la vida se encuentra en lo cotidiano, y es ahí donde escuchamos “el murmuro pequeño de la voz” de Dios, si es que estamos acostumbrados a ella.
En el Evangelio vemos a Jesús en cuatro diferentes episodios. Los discípulos viven un fenómeno maravilloso que ellos mismos no pueden explicar. Están asombrados por el poder de Jesús y aún así son invitados a participar en su poder de manera cotidiana. Nosotros también podemos llegar a ser discípulos de Jesús y hacer que su poder sea reconocido en nuestras vidas cotidianas.
En el Evangelio vemos a Jesús en cuatro diferentes episodios. Los discípulos viven un fenómeno maravilloso que ellos mismos no pueden explicar. Están asombrados por el poder de Jesús y aún así son invitados a participar en su poder de manera cotidiana. Nosotros también podemos llegar a ser discípulos de Jesús y hacer que su poder sea reconocido en nuestras vidas cotidianas.
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