En la primera lectura vemos que Elías tiene un encuentro con Dios. Él vive un fenómeno meteorológico espectacular, pero no encuentra a Dios en ellos. Es tan fácil el estar maravillados por lo espectacular y dar por hecho lo ordinario. Sin embargo, la vida se encuentra en lo cotidiano, y es ahí donde escuchamos “el murmuro pequeño de la voz” de Dios, si es que estamos acostumbrados a ella.
En el Evangelio vemos a Jesús en cuatro diferentes episodios. Los discípulos viven un fenómeno maravilloso que ellos mismos no pueden explicar. Están asombrados por el poder de Jesús y aún así son invitados a participar en su poder de manera cotidiana. Nosotros también podemos llegar a ser discípulos de Jesús y hacer que su poder sea reconocido en nuestras vidas cotidianas.
sábado, 9 de agosto de 2008
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