domingo, 28 de septiembre de 2008

Relexión, domingo 28 de septiembre de 2008

El Evangelio de hoy nos presenta a dos hijos, ambos nos muestran a cada uno de nosotros en diferentes tiempos de nuestras vidas, mientras que nos relacionamos con Dios. Hay veces que nos damos la vuelta, e ignoramos la Voz– A veces a una distancia de la Iglesia, de Misa y en lo sagrado. Otras veces, nos encontramos en Misa, en grupos de oración, en grupos de estudio bíblico, o quizá encontramos la espiritualidad en alguna otra cosa, pero estamos participando en ella… pero, con todo “el mitote” de nuestra práctica, nosotros mismos sabemos que nos hemos cerrado de lo que La Voz nos está pidiendo. Esto es BASTANTE humano y BASTANTE normal. Entonces, cómo seguimos adelante? Cambiar? Oh, es un gran misterio La Gracia de Dios. Encontramos modos para justificarnos por un tiempo– como lo sabía Ezequiel lo que la gente en su tiempo estaba diciendo: “¡El modo del Señor no es justo!” ¡O cualquier otra justificación propia en quedarnos como estamos! Por alguna razón, sentimos lo que Dios ha hecho por nosotros, en Cristo, o en bendiciones más diversas, ¡y nos encontramos en nuestras rodillas! Pero, las lecturas nos invitan a que no nos quedemos en nuestras rodillas; ¡no estamos para eso! Se nos quiere “en el campo” a donde el Señor nos ha llamado desde el principio, haciendo lo que se nos ha pedido. Entonces, a trabajar, ¿no?

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