sábado, 11 de octubre de 2008

Relexión, domingo 12de octubre de 2008

La semana pasada empezamos con las parábolas difíciles de Mateo, esta semana presenta a un Dios irritable, malhumorado y furioso,” quien nos sobrepasa, si es posible, en la venganza. No sólo no perdona a quienes mataron a sus servidores (algo que Cristo hará en la Cruz), despide a todos quienes no están preparados para el banquete– aquellos quienes no están vestidos según la prenda de matrimonio, después de que hayan sido llevados al Cielo, ¡saben dónde comer! ¡Los Cristianos han disfrutado en usar esta parábola como el “desplazamiento de los Judíos por los Cristianos, y la prenda matrimonial representa al bautismo!” Pero para mí ésta es una interpretación espiritual muy perezosa. Necesitamos que ver a esta parábola como una respuesta a la visión de Isaías hacia el futuro, la cual es la recompensa de Dios para toda la tierra, y las lágrimas antiguas de coraje son curadas al cuidarnos los unos a los otros, y luego, hasta la muerte– el último enemigo humano– será vencido. La pregunta que ahora sale de esta parábola es: ¿Cómo debemos vivir según las palabras positivas y de esperanza de Isaías? ¿Serán éstas posibles? ¡Esta parábola del evangelio trata sobre la realidad! Le da un ánimo al proyecto de Isaías y crisitano. ¿Será posible vencer al odio y amar al enemigo profundamente mientras que éste no se vence? San Pablo nos recuerda que en Dios siempre hay ABUNDANCIA– sea lo que sea que necesitamos, Él nos alimentará. Entonces, tómenlo con sus corazones. La posibilidad de vencer la violencia está en nosotros.

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