Adecuadamente, las lecturas de este domingo son “lecturas fúnebres.” Estamos conmemorando a nuestros difuntos. La primera lectura nos asegura que quienes han muerto trágicamente, jóvenes, antes de que pudieran vivir sus vidas (especialmente aquellos que fueron apagados por hacer el bien,) están en el cuidado eterno de Dios, un “futuro” que los tomará parte de las Más Grandes Responsabilidades de las “naciones que juzgan.” ¿Por qué? Porque han aprendido de la manera más dura sobre el sinsentido de la violencia y de la venganza, y porque Su Gracia y su Misericordia están con ellos, son asesorados de una manera más profunda sobre la caridad. En la primera opción para la segunda lectura, San Pablo nos recuerda que el “amor de Dios ha sido derramado a nuestros corazones,” ese mismo Amor que el Canto de Cantos nos asegura es “más fuerte que la muerte.” La segunda opción, para le segunda lectura, representa “la vista cósmica” del bautismo, donde podría empezar en una pequeña pila bautismal, pero en realidad, es el comienzo de un camino eterno que nos llevará a la “Gloria del Padre”— el comienzo, entones, hacia una un viaje eterno hacia el Corazón de Dios. Y, en la lectura del Evangelio, Jesús nos asegura, por todo lo sagrado y lo bueno, que la voluntad del Aquel que Lo ha enviado es que nunca perderé nada de que le fue dado…. Y en 1 Corintios 15, que será leído en pocas semanas para la Festividad de Cristo Rey, se nos ha dicho que para el final de los tiempos, TODO se le será dado, y toda la creación será puesta bajo SUS pies para que la presente al Padre. Éstas son lecturas optimistas y de esperanza ante el dominio de la muerte., y somos llamados para tenerle confianza a Dios Quien nos dio la vida– un Dios que merece ser confiado en toda
generación.
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