Empezando con el Evangelio, se nos dice que esperemos y estemos atentos, puesto que no sabemos cuándo el maestro regresará. San Pablo nos asegura que si nos estamos "en Cristo," creciendo en los regalos espirituales que nos da, nos "dará fortaleza hasta el final." Pero, Isaías sabe que pocas veces "esperamos y estamos atentos," ¡puesto que es bastante aburrido! Y los regalos espirituales parecen ser mediocres de la emoción y la fascinación que otras cosas tienen. Muchas veces esto lleva al peligro, y es por esto que el poeta Isaías pregunta, "¿Por qué permites que nos distraigamos?" y puede ser que nosotros mismo nos hemos preguntado lo mismo. Algunas veces, la vida parecer ser tan difícil– muchas veces porque nos hemos metido en grandes líos que no sabemos cómo salirnos de ellos, pero muchas veces porque fuerzas mayores a nosotros nos han "inundado nuestro barco." Deseamos que la vida fuera diferente, más fácil, más amable, mejor. ¡Deseamos que FUERAMOS mejor! Y llamamos a Dios, pero con la misma advertencia que el poeta bíblico: "pero, cuando vengas, ¡permite que esté haciendo algo bueno…! Después viene la súplica final, "Tú eres nuestro Padre; somos la arcilla y tú eres el alfarero," ¡Así que… no nos rechaces! El Tiempo de Adviento se dirige al mensaje, "Dios nunca nos abandona ni nos olvida, el Dios que alabamos es Emmanuel: Dios con nosotros."
domingo, 30 de noviembre de 2008
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