viernes, 12 de diciembre de 2008
14 de diciembre de 2008
En el Evangelio, a Juan el Bautista se le hizo difícil de decir quién era, y le fue más fácil decir quién él NO era. Sí hay sabiduría en esto. Donde él dice, “¡Soy la Voz de Libertad!” A lo mejor pudo haber tenido una cabeza grande, la soberbia lo cubriría. Como lo fue, él dijo, “¡yo no soy el Mesías, ni siquiera soy la luz! No soy Elías ni tampoco un profeta… creo que sólo soy una voz en el desierto…” San Pablo nos anima a cada uno de nosotros para decir, “¡No soy perfecto! No soy particularmente santo, y no soy irreprochable.” De esta manera, abrimos nuestros corazones al Poder de Aquel Quien no Puede hacer santos, y guiarnos hacia la bondad. Es muy importante para la humildad de saber quiénes no somos. Es cuando en verdad somos humildes, aceptando que somos insignificantes ante Dios quien puede trabajar a través de nosotros, Poniendo el Espíritu en nosotros para ayudar a otros sanar y encontrar la libertad. Al acercarnos al pesebre, pequeño como lo es, debemos de saber cómo ponernos de rodillas; recemos por la humildad y por la ternura.
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